Film “Adiós, Franziska” anima Martes de Cine Alemán en la Casa del Arte Diego Rivera

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Filmada en plena II Guerra Mundial y con material provisto por el Ministerio de Propaganda Nazi, llega una historia de amor de 1941 que irá mostrando cómo los protagonistas van cambiando su percepción del mundo a través de la visión del conflicto en la película “Adiós, Franziska” que anima la próxima función de los Martes de Cine Alemán en la Casa del Arte Diego Rivera, a las 19 horas y con entrada liberada.

Con el apoyo de la Corporación Cultural, la película de 93 minutos es dirigida Helmut Käutner y cuenta con las actuaciones de Marianne Hoppe, Hans Söhnker, Fritz Odemar, Rudolf Fernau, Herman Speelsmans, Margot Hielscher, Herbert Hübner, Frida Richard y Klaus Pohl.
El cine alemán tendrá un espacio especial en 2016 con funciones gratuitas todos los martes del año gracias al convenio entre el Instituto Goethe y la CCPM.

RESEÑA “ADIÓS, FRANZISKA”

Éste melodrama romántico, que comienza en 1932 y se extiende hasta la Segunda Guerra Mundial, nos cuenta la historia de amor entre Franziska, quién es hija de un profesor que tiene una tienda de antigüedades, y Michael quién es un reportero gráfico que por encargo de su agencia de periodismo viaja sin cesar para filmar las noticias y el acontecer del mundo.
Dado que su amor es verdadero, ellos comienzan un romance. Llenos de pasión y energía deciden estar juntos a pesar que siempre les es impedido estar unidos, por la profesión de Michael, que lo hace viajar continuamente.
Sin embargo, su amor continúa latente desfasado a la distancia , con estos encuentros y desencuentros que pronto a los personajes comienzan a cansarles, y su personalidad también comienza a trastornarse, todo se vuelve pesado y lúgubre, en especial para Franziska.
Con el tiempo Michael comienza a pensar seriamente si debe permanecer con Franziska y dejar su profesión que tanto ama; mientras da inicio la Segunda Guerra Mundial; el mundo va cambiando rápidamente en cuestión de horas; los silencios se vuelven ruido y Franziska da a luz a su hijo; él recibe la carta sorpresa con el anuncio que será padre cuando se encuentra bebiendo en una cantina en New York.
Aun así, con el deber de progenitor y proveedor, el mundo necesita estar informado y Michael es el indicado corresponsal en que el todos en la agencia confían y no quiere renunciar a su sueño por vivir cómodamente en un pueblo del que nadie conoce, del que tampoco deja de pensar, aquél que vive en su mente como ese hermoso pueblo pintoresco donde el hogar y su familia lo esperan.
Sólo que al regresar una vez más, y al parecer la definitiva Michael ha cambiado, la guerra ha cambiado no sólo a él, sino al mundo entero.