Con alta satisfacción de sus alumnos y con nuevas destrezas aprendidas gracias a los monitores, culminaron los talleres de formación artística de Cestería en Manila, Floristería y Origami desarrollados durante enero y febrero la Casona Cultural ex Banco Llanquihue organizados por la Corporación Cultural de Puerto Montt y financiado con fondos FNDR.
La iniciativa tuvo por objetivo generar talentos y recuperar conocimientos ancestrales de la cultura local, como es el caso de la cestería. Las actividades se enmarcan en un proyecto presentado por la Corporación Cultural ante el Gobierno Regional y contó con monitores en cada una de las artes que se dictaron.
Por el momento aún se mantienen en clases los talleres de Movimiento y Expresión Corporal y Guitarra Eléctrica.
TESTIMONIOS
Con una muestra de los trabajos desarrollados durante las clases los alumnos dieron por finalizadas sus actividades, que están íntimamente relacionadas con los saberes ancestrales y recuperación de la información cultural de la zona y de la región.
María Soledad Barría, monitora del taller de Floristería, dijo que casi todas las personas no conocían nada de esta técnica, pero “ahora son capaces de hacer arreglos y encintados”.
La Floristería guarda relación con la creación y usos que existen en el mundo campesino, donde la mayor parte de las veces no están los recursos ni existe la posibilidad de que las flores puedan sobrevivir mucho tiempo, en especial cuando se utilizan con los deudos”, explicó.
Para la alumna Viviana Llanos, en tanto, “la experiencia fue constructiva y aproveché de conocer personas y aprender algo productivo”, agregó.
La Cestería en Manila es parte de la raigambre cultural de la zona que, por diversos motivos, fue decayendo y casi se extinguió como saber ancestral. En el taller los asistentes lograron realizar artículos ornamentales, joyas (aros, pulseras), utilitarios (canastos, floreros, individuales) y elementos funcionales para el hogar.
El alumno Gregorio Mercado –único varón del curso- dijo que la técnica de trabajo en cestería “me dio la oportunidad de abandonarme a un trabajo creativo, que me permite evadir las preocupaciones cotidianas, dándome relajación y mejorando mi concentración”, expresó.
Su compañera, Ruth Johnson, dio sus primeros pasos en esta técnica, que siempre había apreciado a lo lejos, “quedándome las ganas de aprender, lo que logré con este taller”, precisó.