Al igual que la tragedia griega, una historia de amor en el campo chileno despertará los deseos de venganza de una mujer despechada en el drama “La Medea y el Jason” que la Compañía local Chile No presenta el 1 y 2 de noviembre en el Teatro Sala Verdi de Montevideo, Uruguay.
El montaje –de 60 minutos- conserva el argumento de la tragedia de Eurípides, pero hace una transposición al campo de Chile y cuenta con la dirección de Catalina Saavedra y las actuaciones de Patricia Cuyul y Alejandra Vera.
La gestión para que la compañía Teatro Chile No de Puerto Montt se presente en Montevideo, la realizó la Corporación Cultural de Puerto Montt y los fondos provinieron de la Dirección de Asuntos Culturales de nuestra Cancillería, en el marco de la difusión de los Temporales Internacionales de Teatro y su vinculación con los referentes latinoamericanos del teatro, entre los que se cuenta la prestigiosa Sala Verdi de la capital uruguaya.
Anoche la primera función se realizó en medio de un temporal que tiene prácticamente paralizada la ciudad, lo que no impidió que el público llegara hasta la sala, entre quienes se encontraba la agregada cultural de Chile en Uruguay, la actriz Mariel Bravo, quien celebró esta gestión y “la llegada de teatro hecho en regiones (de Chile) a Montevideo una ciudad con mucha actividad teatral, con la Medea se siente el Sur de nuestra país, la lluvia de Puerto Montt y la fuerza de sus mujeres, la chispa de su gente y la pobreza”.
La representante de la embajada además valoró la tribuna que los Temporales de Teatro de nuestra ciudad han logrado construir en el concierto latinoamericano.
RESEÑA
Basada en el mito griego de Eurípides cuenta la historia de Medea y Jason, dos jóvenes enamorados que deciden huir de la ciudad para irse a vivir juntos. Pero como en todas las tragedias griegas, la historia termina mal: Jason decide casarse con otra mujer y Medea, enfurecida, planea la venganza.
Una versión que retrata el campo, sus costumbres y su paisaje, sus referentes musicales, su manera de amar y de sentir, pero sobre todo su realidad de injusticia y pobreza, poniendo así sobre la mesa el discurso político sobre la desigualdad arraigada en nuestra cultura, la figura del patrón y del peón eternamente perpetuadas, desde el campo colonial, hasta el campo globalizado y neo-liberal.