Film “Kadish para un amigo” pondrá el acento en el poco valor de los odios aprendidos en los Martes de Cine Alemán

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Odios traspasados por mero fanatismo mostrarán los vacíos de sus contenidos cuando un joven árabe deba resarcirse ante un anciano judío tras un acto de vandalismo y conozca a la persona detrás del discurso en el film “Kadish para un amigo” (2012) que se exhibe en los Martes de Cine Alemán de la Corporación Cultural, función programada a las 20 horas y que tiene entrada liberada.

Con el apoyo de la Corporación Cultural de Puerto Montt, la cinta de 94 minutos y dirigida por Leo Khasin tiene un elenco conformado por Ryszard Ronczewski, Neil Belakhdar, Sanam Afrashteh, Neil Malik Abdullah, Kida Khodr Ramadan, Younes Hussein Ramadan, Heinz W. Krückeberg y Anna Böttcher.

La emisión llega en el marco del espacio especial que durante 2016 tienen las funciones gratuitas de cine del país germano, todos los martes del año, gracias al convenio entre el Instituto Goethe y la CCPM.

RESEÑA

Alí Messalam tiene 14 años. Criado en un campo de refugiados palestinos, aprendió, desde niño, a odiar a los judíos. Tras huir con su familia del Líbano, termina en Berlín, en el barrio de Kreuzberg, donde vive desde hace cuatro años. Su permiso de estadía está prendido con alfileres, aunque a la familia se le ha permitido abandonar el asilo de refugiados y ocupar una vivienda en la plaza Mehringplatz. En el barrio, Alí busca relacionarse con los adolescentes árabes del barrio.

Para ganarse su reconocimiento, Alí tendrá que entrar a robar en la vivienda de Alexander, su vecino ruso judío. Los violentos jóvenes del barrio entran detrás de él y destrozan el apartamento del anciano. Alexander regresa antes de lo previsto y reconoce solamente a Alí, a quien denuncia a la policía. Alí será sentenciado y la familia podría ser deportada de Alemania. Entonces, la madre de Alí logra convencer a Alexander de retirar la denuncia –a cambio de que Alí lo ayude a reparar su vivienda-.

De mala gana, el joven acepta, y, a partir de entonces, pasa su tiempo libre “en casa del enemigo”. Al principio, los dos inmigrantes, de generaciones y culturas diferentes, mantienen el tono hostil. Pero, poco a poco, el hielo se va rompiendo, y ambos comienzan a sentir un cierto respeto, e incluso aprecio mutuo.