Su última exposición llevó por nombre “Bitácora de un pintor” y fue expuesta en la Sala Hardy Wistuba entre abril y mayo del 2018. Se trató de una retrospectiva de su carrera artística con obras de diferentes épocas de su vida.
“Soy un artista que pinta porque me gusta pintar”, esa fue la definición que Mario M. dio en vida a su mayor vocación y pasión, la pintura.
Sobre su vida
Mario Manríquez Meza ingresó a la Asociación de Pintores de Puerto Montt al inicio de los años 70, institución en la que logró -junto a otros destacados pintores- conseguir la sede para los artistas plásticos en calidad de comodato en el sector de Angelmó.
Óleo, acuarela y acrílico son solo algunas de las técnicas que usaba el destacado pintor local que prefería no encasillarse taxativamente en ninguna tendencia artística, sino más bien reconocer en el expresionismo una inclinación un poco más frecuente que lo habitual.
Mario nació en Villarrica, pero se radicó en Puerto Montt hace casi 57 años, ingresando a la Asociación de Pintores de Puerto Montt al inicio de la década de 1970, tiempos en los que la agrupación estaba conformada por Juan Rivera, Efraín Uribe, Flavio Rosas, Selim Rojas, Darci Gómez, Lorenzo Stuardo, Gabriel Valerio y Ernesto Mancilla, entre otros. En esta institución, desempeñó los cargos de secretario, tesorero y vicepresidente, destacándose como gran logro de su gestión la concesión de una sede, en calidad de comodato, para los pintores de la ciudad –ubicada en el sector de Angelmó.
En 1975 estudió “Pintura y Apreciación del Arte” en la Esc. Municipal de Bellas Artes de Valparaíso. Años después, tomó cursos de técnicas de acuarela y técnicas del color con el Profesor Eugenio Dittborn, además del curso de “Valoración del Arte Contemporáneo” con el maestro U.C. A. Duclos en Esc. Arte y Cultura – Pto. Montt.
En 1978 realizó su primera exposición colectiva, gracias a una invitación de Juan Rivera, donde expuso con pintores de la talla de Manuel Maldonado Barria y Gastón Gómez, entre otros. Más tarde vendrían otras exposiciones colectivas e individuales que lo llevaron a montar sus cuadros en la Caja de Empleados Públicos y Periodistas de Santiago de Chile, el Instituto Chileno Norteamericano y en la semana de Esquel en Argentina, entre tantos otros lugares y salas de exposiciones.
Las obras de Manríquez se distinguieron por sus colores cálidos y, a veces, el juegos entre los primarios y complementarios.
En Mario y sus obras siempre se reconocerá el expresionismo vivo, el óleo, el acrílico, la acuarela y el paisaje, abordando formas, tensiones y planos inusuales y de diversos colores.
Su legado artístico recorrió el mundo y hoy se encuentran en diferentes ciudades del país y del extranjero; España, Escocia, Estados Unidos, Sudáfrica y Grecia, son solo algunos de los lugares donde se podrá encontrar el pincel de Manríquez Meza, un artista que a pesar de su lucha contra el cáncer se armó de pinceles, colores, sonrisas y una fuerza inusitada para afirmar que se puede hacer y respirar arte desde esta parte del planeta.
Finalmente, en una última entrevista grabada en “Bitácora de un pintor”, Mario nos dejó, entre muchos otros, un memorable mensaje que daba cuenta de su vocación y espíritu. Él nos dijo, con suma sencillez y honestidad: “esa emoción que da el pincel cuando recorre cada surco de la tela llevando una idea del paisaje. Nosotros como pintores, generalmente, nos damos por entero para que la sociedad pueda vivir momentos de felicidad en sus vidas”.
Que descanses en paz, Mario. Tu pincel y tus colores permanecerán por muchos años más en esta, tu Casa del Arte Diego Rivera.