Redoble Fúnebre para Lobos y Corderos

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Viernes 6. 20.00 horas
Chile
Obra: Redoble Fúnebre para Lobos y Corderos


Director: Rodrigo Bazaes
Autor: Juan Radrigán
Elenco: Solange Lackington, Manuela Oyarzún y Mario Soto.
Compañía: Producción Teatro UC y Compañía Teatro Antártica
Duración: 1 hora 30 minutos
Público: Público General desde 14 años en adelante.

Reseña:
Redoble fúnebre para lobos y corderos, trilogía de Juan Radrigán -Premio Nacional de Artes de la Representación 2011- es pieza clave del teatro popular de los años ’80. Fue estrenada en 1981 por la compañía fundada por Radrigán, El Telón. A más de 30 años de su estreno, esta trilogía permitirá reencontrarnos con el Radrigán de su primer periodo y preguntarnos por la madurez de los problemas sociales, políticos y morales que su dramaturgia señaló entonces, obligándonos a establecer un balance con el Chile actual y proponiendo la vigencia de algunos asuntos pendientes o aparentemente insolubles.
En esta oportunidad se presentarán El Invitado e Isabel desterrada en Isabel.
El invitado. Con Mario Soto y Manuela Oyarzún: Sara y Pedro son un matrimonio humilde. Él está cesante desde hace mucho tiempo, aunque en ella no hay reproche por la situación y se niega a recordar otros tiempos mejores. La presencia invisible de un personaje, nombrado como el Invitado, gravita en sus vidas como el responsable de la miseria.
El Invitado duerme junto a ellos, los escucha constantemente y vigila cada paso que dan. La existencia de la pareja está determinada por este tercer personaje. Tomada en su contexto histórico, la crítica planteada en esta obra breve alude directamente al régimen militar y a la constante humillación y menoscabo en las vidas de las personas más humildes, aunque actualmente la lectura puede ser más amplia. Al final, Sara y Pedro le hablan al público en un desesperado intento por saber si ellos han logrado acostumbrarse a la presencia del Invitado.
Isabel desterrada en Isabel. Con Solange Lackington: Isabel, una mujer relativamente mayor, camina sola por la calle mientras le habla a un tarro metálico de basura. En el monólogo, ella revela partes de su vida, como la relación con su padre. El hambre es lo que gravita en cada palabras, un hambre que viene desde la infancia y que alude no sólo a la falta de comida, sino también a la falta de igualdad entre las personas. Isabel ama a Aliro, un hombre que, al igual que ella, ha sabido quererla desde la desesperanza y la soledad. Pero Aliro ahora está desaparecido, preso, muerto, no se sabe. Ella lo busca, lo llama, mientras cuenta su soledad, su angustia, su tristeza actual.



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